Muchas veces la realidad
de la vida está llena de problemas, dificultades, crisis y otras desgracias.
Aceptar esta realidad no significa que vayamos a desesperarnos y a hundirnos en
la tristeza o el desánimo. Al contrario, debemos tener muy claro que no son las
adversidades en sí mismas las que nos hacen desgraciados, sino nuestra propia
actitud hacia ellas.
Sólo de nosotros depende la manera en que abordemos,
interpretemos o vivamos la realidad problemática del momento. Y es esencial
aceptar esta realidad con una actitud lo más serena posible e incluso con
sentido del humor, sin entregarnos a quejas ni lamentaciones inútiles que sólo
servirán para debilitarnos.
Las personas que
disfrutan de una mejor calidad de vida suelen ser las que nunca se rinden,
ellas ven las adversidades como algo normal, no se desaniman jamás, sino que
las afrontan y les plantan cara, nunca ven calamidades sino oportunidades;
además siempre saben encontrar algo positivo y constructivo en lo más negativo
y problemático. Y es que antes o después cualquier persona, a cualquier edad,
sea cual sea su nivel intelectual o económico, y viva donde viva en este mundo
puede verse obligada a afrontar una crisis; por lo que nuestro deber es estar
preparados con inteligente plan de acción eficaz.
Los seres humanos
estamos diseñados para superar cualquier experiencia traumática, y éstas hasta
incluso pueden servir para fortalecernos. Esta capacidad que tenemos todos nos
hace la vida más llevadera y nos reduce el temor al futuro. Hay innumerables
experiencias humanas que nos enseñan la forma en que algunas personas siguieron
adelante después de haber sobrevivido a catástrofes y haberlo perdido todo.
Estas personas lograron con éxito empezar de nuevo. La vida a veces nos exige
caminar por la cuerda floja tratando de hacer equilibrio para no caer a un
abismo, pero está demostrado que todo se puede superar y que siempre se puede
volver a empezar.
En cualquier momento
podemos perder el trabajo o un ser querido, sufrir las consecuencias de una
guerra o de una catástrofe natural. Lo impensable puede ocurrir en apenas unos
minutos y cambiar nuestra vida, por lo que nunca debemos perder la confianza en
nosotros mismos. Recuerda que tenemos esa capacidad de recuperarnos después de
una situación grave que nos permite enfrentar las experiencias negativas y
aprovecharlas para crecer.
Los golpes de la vida cuando no nos destruyen, nos
fortalecen y nos cambian; y en el mejor de los casos nos ayudan a madurar. Así
pues, aprovecha los recursos que tienes para procesar con eficacia los traumas
y nunca te rindas.
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