Ayudar a los Demás


Otra manera eficaz de amargarse la vida es intentar complacer a todo el mundo. Intentar que todo el mundo te admire, te respete y te quiera hará que te sientas mal y con un estrés continuo porque es imposible. Mucha gente gasta su tiempo y energía intentando complacer a los demás para sentirse valorados, respetados, aceptados o queridos; pero no saben que la mejor forma de que te respeten y admiren es ser verdadero y sincero, ser auténtico. Eres tú quien debes valorarte y complacerte, de esta manera encontrarás gente sincera y afín a ti. Hay que tener muy en cuenta que para ayudar a otros primero nos debemos ayudar a nosotros mismos.

“No puedo decirle la fórmula del éxito, pero sí que puedo darle la del fracaso, que es la siguiente: intente complacer a todo el mundo”
                                                                       H.B. Swope

 A no ser que sea un caso extremo, no deberíamos ayudar a quien no nos lo pida. Aunque tu lo hagas con la mejor intención, por norma general, si intentas ayudar a alguien que no te lo ha pedido, perderás tiempo, energía, paciencia… y posiblemente hasta la amistad y la relación con esa persona. Si alguien no quiere ser aconsejado ni ayudado debemos aceptarlo y asumirlo. Es una tentación muy fuerte ver como alguien se amarga la vida y que por su orgullo no le pida consejo a nadie, pero ayudarle sin su consentimiento aun puede ser peor.
“No trates de guiar al que pretende elegir por sí su propio camino”
                                                                      William Shakespeare


 Cuando una persona nos pida consejo o ayuda debemos ser sinceros con nosotros mismos y con el otro sin intentar imponer nuestros criterios y respetando la personalidad de esa persona, no juzgándola. De esta manera te sentirás bien ayudando u aun mejor el que es ayudado. Muchas de las personas que ayudes sin su permiso pueden pensar que somos más listos y hábiles que ellos, y que por eso estamos en situación de ayudar, o pueden pensar que están cometiendo errores en su vida u que no están capacitados para solucionar. Así pues:

“Siéntete feliz ayudando, pero más aun cuando te lo pidan”
                                                                                                 

 Nunca debemos atacar la autoconfianza de la persona que ayudemos, sino que hay que apoyarla en todo lo posible. Hay que tratarla con un espíritu de dignidad mutua. Cuando las relaciones humanas tienen dignidad, las gozamos más, y cuando manifestamos dignidad también nos gustamos más a nosotros mismos. De este modo, al ayudar a alguien necesitado, acabaremos elevando la autoestima de esa persona y de paso la nuestra. La clave entonces es la dignidad. Todos necesitamos alguna vez consejo de la experiencia y de la sabiduría, ofrecerla mutuamente es lo que nos hace humanos.
“Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad”
                                                                                                       José Martí
 

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