Es increíble ver el temor que le tienen tantas personas a envejecer y sobre todo a parecer viejas. Hacen de la vejez algo tan terrible y poco atractivo que parece algo anormal, cuando en realidad no es más que un proceso natural y normal de la vida. Gran culpa de este temor la tiene nuestra sociedad, que ha creado una visión totalmente errónea de lo que significa hacerse mayor. Está muy bien y es muy positivo amarnos cuando somos jóvenes, pero aún lo está mejor cuando lo hacemos en la vejez. Para envejecer de manera saludable, principalmente debemos sentirnos igual de a gusto con lo que fuimos que con lo que somos, ya que es un privilegio haber pasado por todas las edades de la vida.
Todos queremos llegar a viejos pero nadie quiere ser viejo, es curioso ¿verdad?, y es que muchas personas asocian la vejez con enfermedad, decaimiento, arrugas, piel floja, incapacidad, etc. Irremediablemente también la asociamos a que se acerca el final de nuestra vida. Pero lo cierto es que no tiene por qué ser tan dramática esta etapa de la vida, al contrario, estamos en este mundo para experimentar todas las edades de la vida y de la mejor manera posible (incluida la vejez).
De hecho, en la mayoría de los casos, un envejecimiento saludable depende única y exclusivamente de nosotros. No tenemos por qué pasar un calvario en la etapa que más debemos aprovechar. Por suerte hay muchísima información disponible sobre cómo mantenernos sanos y sentirnos bien para poder seguir experimentando nuevas aventuras sin importar nuestra edad.
De hecho, en la mayoría de los casos, un envejecimiento saludable depende única y exclusivamente de nosotros. No tenemos por qué pasar un calvario en la etapa que más debemos aprovechar. Por suerte hay muchísima información disponible sobre cómo mantenernos sanos y sentirnos bien para poder seguir experimentando nuevas aventuras sin importar nuestra edad.
En un estudio realizado por una conocida facultad de medicina se descubrió que nuestra forma de envejecer no está determinada por los genes, sino por una especie de reloj biológico que tenemos en nuestra mente. Es como un mecanismo que controla cuándo y cómo empezamos a envejecer y que en gran parte está regulado por nuestra actitud hacia el hecho de hacerse viejo.
Es decir, si por ejemplo creemos que al cumplir los 40 hemos llegado a la mitad de nuestra vida, esa creencia pondrá en marcha cambios biológicos en nuestro cuerpo que harán que se acelere el proceso de envejecimiento al llegar a esa edad. Así que, de alguna manera, nosotros decidimos cuando empezamos a hacernos viejos y a empezar a tener los síntomas de la vejez. Igualmente vamos a envejecer, pero es bueno saber que podemos retrasar y mejorar el proceso. La clave está en sentirse siempre joven y en tener una mente inquieta con ganas de aprender siempre sin importar la edad que tengamos.
En cualquier caso y tengas la edad que tengas, sigue creciendo. Cada día se puede aprender algo nuevo. Las excusas solo valen para evadirte de la realidad. Crece y no temas a hacerte viejo porque el ser humano solo empieza a ser viejo cuando deja de aprender y cuando pierde la ilusión y la motivación. Vive intensamente hasta el final porque no se trata de llenar de años nuestra vida, sino de llenar de vida nuestros años. La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu. Y recuerda que si tienes conceptos negativos acerca de la vejez, te estás formando ideas a las que responderá tu subconsciente, porque nuestras creencias, nuestros pensamientos y nuestros conceptos sobre la vida y sobre nosotros mismos casi siempre se convierten en realidad.
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