Superarnos

 Cuando decimos que queremos superarnos, en realidad lo que queremos es superar los límites de nuestra mente. Para comprender de donde vienen nuestras verdaderas limitaciones necesitamos ver aquello que está oculto en las profundidades de nuestra mente. No se trata de darle vueltas y vueltas a la cabeza, sino de ir más allá, de aprender a trascender esos límites que nuestra propia mente nos impone. Y para ello hace falta motivación, sólo si estamos motivados haremos el esfuerzo necesario para llegar a esa fuente natural de energía, sabiduría, serenidad, alegría, creatividad y amor oculta en nuestro interior.

“Ningún problema importante puede ser resuelto desde el mismo nivel de pensamiento que lo generó”                       Albert Einstein

 Todos tenemos recursos y talentos dentro de nosotros que están todavía por descubrir si mantenemos nuestra mente abierta. Una mente abierta cambia nuestra forma habitual de pensar y hace que veamos facetas de la realidad que desconocíamos, nos añade calidad de vida a nuestros años. Por otro lado, una mente cerrada nos bloquea emocionalmente y nos anula intelectualmente; por lo tanto nos resta calidad de vida y es imposible avanzar. Ahora se sabe que si nos anclamos en una mentalidad negativa, nuestras neuronas mueren, y que si nos enfocamos en lo positivo generamos nuevas neuronas. En definitiva, cambiar nuestra mentalidad hará que nos superemos y nos adaptemos a las situaciones con más facilidad.

 Las personas que están convencidas de que son de una manera de ser determinada y de que les parece imposible llegar a un cambio se equivocan. El cerebro, en lo que a percepciones se refiere, puede engañarnos, ya que solo es capaz de reconocer una pequeña parte de lo que en realidad somos. Debemos suprimir de nuestra mente esa convicción que nos dice que somos incapaces de hacer algo, y una de las mejores maneras de hacerlo es recuperando la capacidad de sorpresa y asombro de un niño. La mente de un niño está abierta a todo hasta que, por desgracia, se le inculcan condicionamientos que frenan casi todo su potencial. Si por momentos volviésemos a esas ganas de aprender de un niño y nos liberásemos de esos condicionamientos, empezaríamos a ver facetas de la realidad que antes se nos escapaban.

 Lo más valioso está oculto a nuestros ojos, pero si tenemos el coraje para adentrarnos en este espacio, (el que no se ve), descubriremos el origen de nuestras conductas automáticas y de nuestro potencial oculto; sólo consiste en superar varios “filtros mentales”. Aferrarnos sólo a lo que conocemos impedirá que nos adentremos en otros espacios de nuestra evolución. Debemos enfocar nuestra atención en superar esa falsa identidad llamada ego para reencontrarnos con quienes somos en realidad. No se trata de convertirnos en alguien diferente de quien ya somos, sino de descubrir qué hay realmente detrás de las palabras “yo soy”. Como dijo Einstein: la clave no es encontrar la respuesta a viejas preguntas, sino en hacernos nuevas preguntas que nunca antes nos hayamos formulado.

Escucha a tu Corazón


 Ser valiente significa adentrarse en lo desconocido a pesar de todos los miedos, significa vivir escuchando a nuestro corazón. La diferencia entre una persona cobarde y una valiente es que la cobarde escucha sus miedos y se deja llevar por ellos, por lo que no disfruta de la experiencia de vivir, mientras que la persona valiente escucha a su corazón, aparta cualquier miedo y continúa su camino. Cuanto menos miedo tiene una persona, más usa su corazón, más viva está y más le gustan los desafíos porque sabe que luchar con el desafío es la forma de crecer, y sabe que aunque fracase vale la pena porque sale más maduro, más formado, más fuerte y más inteligente de ese desafío.

“Te daré una fórmula sencilla de crecer: No evites lo desconocido”
                                                                                               Osho


 La valentía es arriesgar lo conocido por lo desconocido, lo familiar por lo no familiar, lo cómodo por lo incómodo, es cambiar el aburrimiento por la aventura. Es emocionante adentrarse en lo desconocido, el corazón empieza a latir de nuevo, hace que te sientas vivo de nuevo. Al principio los miedos están ahí, pero si aceptas el reto, poco a poco esos miedos desaparecen y sigues buscando más aventuras porque esas experiencias te hacen sentir bien, te producen felicidad aunque salgan mal. Las personas que escuchan a su corazón siempre se aventuran en lo desconocido, siempre están dispuestas a arriesgarse, y en realidad, solo ellas saben lo que significa vivir de verdad

“La vida se encoge o se expande en la misma proporción que la valentía de uno”
                                                                                    Anaïs Nin


 Generalmente nuestra mente se deja llevar por lo conocido y nuestro corazón por lo desconocido. La mente (si no la liberas) está llena de pasado acumulado, un pasado que ya ha muerto, que ya se ha ido y que no volverá. Pero el corazón es futuro, está lleno de esperanza. El mañana todavía tiene una oportunidad, pero el pasado no, y eso el corazón lo sabe, por eso está siempre dispuesto a arriesgarse. Mientras que nuestra cabeza piensa en el pasado, el corazón sueña con el futuro. Puede que nuestra mente sea producto de la sociedad y que sea fácil de manipular, pero el corazón es auténtico y casi imposible de manipular, por lo tanto también es más de fiar.
“Solo cuando paramos el torrente de pensamientos que nos bombardea, podemos escuchar esa voz que no surge de la cabeza sino del corazón”
                                                            Dr. Mario Alonso


 Ir en contra de lo que nos dice nuestro corazón es un suicidio, es destruirnos. Sólo tienes que observar a un niño para darte cuenta de esto, un niño es todo bondad, todo corazón, y es feliz porque generalmente actúa mediante lo que le dicta su corazón. Por desgracia, la sociedad actual se encargará de frenarle estos “impulsos”. Aun así deberíamos de atender más a menudo a lo que nos dice nuestro corazón, si lo escuchas atentamente, muy pocas veces te equivocarás, y de paso, te proporcionará una mayor comprensión de la vida y de su enorme belleza. Escucha a tu corazón conscientemente, a veces podrás equivocarte, pero si no vuelves a cometer el mismo error, estarás creciendo y en la dirección correcta para sentir una felicidad constante.

“Solo las personas que escuchan a su corazón están vivas, el resto fingen estar vivos”
                                           Chandra Mohan Jain


Jugar a ser Padres


 Tener hijos te puede hacer tremendamente feliz si estás preparado/a y si sabes realmente lo que significa, o te puede hacer muy infeliz si no estás preparado/a y no sabes lo que conlleva criarlo. Lo principal que debes tener en cuenta es el cambio tan drástico que supone en tu vida el hecho de tener un hijo porque normalmente debes anteponer las necesidades del niño a las tuyas, cosa que hoy en día pocos padres llevan a cabo. No se trata de darle todo lo que pida y “saciarle” de objetos innecesarios, ya que esto sólo le creará una falsa realidad de lo que es la vida, en principio simplemente se trata de poder darle las necesidades básicas y no frenar su creatividad (dejarlos ser creativos).

“Tener hijos no le convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano lo vuelve a uno pianista”           Michael Levine


 Muchas personas tienen los hijos por protocolo (porque hay que tenerlos dicen), otras los tienen para ver si arreglan su relación de pareja, porque como se aburren y les va mal creen que teniendo un hijo podrán mejorar esa crisis sentimental (gran error, ya que probablemente esa relación empeorará), otras sin embargo los tienen por “accidente”, otras también por envidia… etc. En cualquiera de estos casos va a resultar difícil ver a unos padres felices, o lo que es más importante, a unos niños felices. Tener hijos se debe de meditar bien, de manera consciente, porque es la decisión más importante que cualquier ser humano puede tomar en su vida.
“Podrían engendrarse hijos educados si lo estuvieran los padres”
                                                                         Johann W. Goethe

 Es curioso ver como muchos padres se empeñan en ser sólo amigos de sus hijos. Y es que no entienden que la palabra padre o madre significa mucho más que ser amigo. Los amigos aconsejan, pero los padres educan, y eso tampoco lo entienden (o no lo quieren entender). Educar a un hijo no es inculcarle nuestros gustos, nuestras creencias o nuestros deseos como hacen la mayoría de los padres.


 Educarle es desarrollar su conciencia, desarrollar su mente y enseñarle los verdaderos valores de la vida, enseñarles a pensar, no a obedecer, para que en un futuro puedan superar las adversidades con facilidad. Lo más valioso es estar con ellos y amarlos incondicionalmente, pues un niño lo que más necesita es amor y una buena educación. Y es que hoy en dia parece que sólo se les enseñe a competir y a imitar, cosas que posteriormente pueden resultar un atraso.

Lo que hay que tener muy claro es que tener hijos requiere responsabilidad y dedicación en todo momento (Y por supuesto dejar que los niños sean niños). Y es que resulta extraño ver como muchos padres o madres en su tiempo libre lo primero que hacen es “deshacerse” de sus hijos dejándolos en casa de algún familiar, por un lado dicen que un hijo es lo más maravilloso del mundo, y por otro lado lo “prestan” en cuanto tienen ocasión, no tiene sentido. ¿Creéis que si en vez de un niño fuese un Ferrari lo prestarían con tanta facilidad?, probablemente no. Y es que estos “padres” no son conscientes de que se están perdiendo la época más importante de sus hijos, no se dan cuenta que tanto su felicidad como la de sus hijos puede depender en gran parte de esta etapa de sus vidas: la infancia.

“El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día”
                                                                           Leon B. Alberti


 

Envejecer Saludablemente


 Es increíble ver el temor que le tienen tantas personas a envejecer y sobre todo a parecer viejas. Hacen de la vejez algo tan terrible y poco atractivo que parece algo anormal, cuando en realidad no es más que un proceso natural y normal de la vida. Gran culpa de este temor la tiene nuestra sociedad, que ha creado una visión totalmente errónea de lo que significa hacerse mayor. Está muy bien y es muy positivo amarnos cuando somos jóvenes, pero aún lo está mejor cuando lo hacemos en la vejez. Para envejecer de manera saludable, principalmente debemos sentirnos igual de a gusto con lo que fuimos que con lo que somos, ya que es un privilegio haber pasado por todas las edades de la vida.


 Todos queremos llegar a viejos pero nadie quiere ser viejo, es curioso ¿verdad?, y es que muchas personas asocian la vejez con enfermedad, decaimiento, arrugas, piel floja, incapacidad, etc. Irremediablemente también la asociamos a que se acerca el final de nuestra vida. Pero lo cierto es que no tiene por qué ser tan dramática esta etapa de la vida, al contrario, estamos en este mundo para experimentar todas las edades de la vida y de la mejor manera posible (incluida la vejez).


 De hecho, en la mayoría de los casos, un envejecimiento saludable depende única y exclusivamente de nosotros. No tenemos por qué pasar un calvario en la etapa que más debemos aprovechar. Por suerte hay muchísima información disponible sobre cómo mantenernos sanos y sentirnos bien para poder seguir experimentando nuevas aventuras sin importar nuestra edad.

 En un estudio realizado por una conocida facultad de medicina se descubrió que nuestra forma de envejecer no está determinada por los genes, sino por una especie de reloj biológico que tenemos en nuestra mente. Es como un mecanismo que controla cuándo y cómo empezamos a envejecer y que en gran parte está regulado por nuestra actitud hacia el hecho de hacerse viejo.


Es decir, si por ejemplo creemos que al cumplir los 40 hemos llegado a la mitad de nuestra vida, esa creencia pondrá en marcha cambios biológicos en nuestro cuerpo que harán que se acelere el proceso de envejecimiento al llegar a esa edad. Así que, de alguna manera, nosotros decidimos cuando empezamos a hacernos viejos y a empezar a tener los síntomas de la vejez. Igualmente vamos a envejecer, pero es bueno saber que podemos retrasar y mejorar el proceso. La clave está en sentirse siempre joven y en tener una mente inquieta con ganas de aprender siempre sin importar la edad que tengamos.


En cualquier caso y tengas la edad que tengas, sigue creciendo. Cada día se puede aprender algo nuevo. Las excusas solo valen para evadirte de la realidad. Crece y no temas a hacerte viejo porque el ser humano solo empieza a ser viejo cuando deja de aprender y cuando pierde la ilusión y la motivación. Vive intensamente hasta el final porque no se trata de llenar de años nuestra vida, sino de llenar de vida nuestros años. La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu. Y recuerda que si tienes conceptos negativos acerca de la vejez, te estás formando ideas a las que responderá tu subconsciente, porque nuestras creencias, nuestros pensamientos y nuestros conceptos sobre la vida y sobre nosotros mismos casi siempre se convierten en realidad.

 
 

La Muerte


 El miedo a la muerte es el mayor miedo y el más destructivo para todos nosotros, pero en realidad, no es más que el temor que le tiene nuestro ego a lo desconocido. Si te fijas en algunas personas a la hora de morir, su sufrimiento no es la muerte, sufren porque lo conocido se les escapa de las manos. Ese temor solo significa miedo a perder lo que conocen y a si habrá o no algo después de morir, porque la muerte no duele, es absolutamente indolora, como un sueño profundo.


Debemos recordar que todo (incluso la muerte) es mucho más fácil de llevar si aprendemos a aceptar lo desconocido en cualquier experiencia de nuestra vida. El problema es que inconscientemente actuamos como si fuésemos a vivir para siempre.
“El mundo de lo razonable nos parece tan irresistiblemente lógico que nos aferramos a él como si fuera el único posible”            Dr. Mario Alonso


 Evitamos hablar de ella todo lo posible, pero la única forma de ir más allá de la muerte es aceptándola; si la aceptamos, ese miedo y esa culpabilidad desaparecen. Si lo piensas, cualquier cosa que reprimes provoca culpabilidad, y todo lo que está contra la naturaleza provoca culpabilidad. Entonces, si la muerte forma parte de la naturaleza, ¿por qué ir en contra de ella?, no tiene ningún sentido. Pero si la aceptas se convierte en libertad, en ausencia de miedo. Las personas que le pierden el miedo a la muerte, no lo pierden porque se vuelvan valientes, no es cuestión de valentía, sino de aceptación. Simplemente analizan los hechos de la vida y se dan cuenta de que es lo más natural del mundo.

“Es más cruel temer a la muerte que morir”
                                           Publio Siro (Siglo I A.C.)


 En realidad solo hay dos tipos de personas en el mundo, las que quieren vivir cómodamente: esperando la muerte y buscando una tumba cómoda. Y las que quieren vivir: que escogen vivir “peligrosamente” porque saben que la vida sólo prospera si hay algún riesgo. Es como cuando subes una montaña, cuanto más alto estás mejor te sientes, cuanto mayor es el peligro de caer o mayor es el abismo, más vivo estás. Si lo compruebas verás que en ese momento no existe el miedo, no existe el pasado ni el futuro, verás que estás en el momento presente, en el aquí y ahora. Por eso atraen tanto los deportes de riesgo, porque el riesgo de perder la vida nos hace estar muy vivos.

“Disfrutar de los momentos en los que entras en contacto directo con la muerte es superarla”        Osho 


  Al final de tu vida sólo te quedará lo que tenías al principio, solo te podrás  llevar de este mundo lo que trajiste. Tendrás que dejarlo todo aquí, y en ese momento comprenderás que de nada sirvió poseer, que no debiste dejar que las posesiones se convirtieran en tu identidad, pero entonces será tarde. Antes de que la muerte se lleve tu cuerpo, entrégaselo al amor, comparte el amor que tienes dentro y no te aferres a nada. El conocimiento te libera de cualquier miedo.


Recuerda que cuanto más adentres en lo desconocido más le perderás el miedo a la muerte y sentirás la libertad que produce vivir al máximo, pero sobre todo, no te aferres al deseo. La mayoría de las personas mueren aferrándose y con miedo, no quieren morirse, y es comprensible que no quieran morir porque cuando llega el momento de la muerte se dan cuenta de que no han vivido.